A David Zaafra (en el recuerdo)
El arte opone a la represión
institucionalizada, la imagen del hombre
como sujeto libre.
Herbert Marcuse
En tu mano izquierda se arracimaban diez
pinceles pidiendo paso
en su deseo de cruzar
al otro lado,
donde la materia pierde
su gravedad y vive.
Veladuras ocres y violetas
recreaban la noche por barrancos
encendidos de sombras.
Los montes, las torres, los olivos
empujaban tu espátula
náufraga en la luz,
abandonada a la seducción
de la forma y del color,
violada por la magia del instante.
Los rostros, como gatos, gritaban libertad
por los muros que describen
papeles y lienzos.
Y las palabras se deshacían
mezclándose en la paleta,
danza inconclusa
de la nada sobre el grito y el desgarro,
el dolor y el llanto,
o quizás unciendo el lamento
que quiebra la guitarra
al compás de la vida y de la muerte
que marca olvidos, soledades y silencios.
Era lunes. Y el agua descalza
recorría con sigilo,
en la penumbra, los caminos
de la mirada y del roce
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