Fundido en amarillo, llegó sin
darnos cuenta,
igual que el agua corre por mi
carne.
Agreste baja el monte
de quejigo, castaño, encina y
robledal,
besando las laderas de frutales
donde se hace la nieve, el bancal
y el caballo.
Corre por las veredas, enhebra el
rudo puente,
borda de plata vieja casas,
pueblos
abismos y barrancos.
Amarillo al barranco de Poqueira
llegó,
al refugio que quise regalarte
cubriéndome de frío
con hojas incendiadas de los álamos.
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