Me convocan los años al Consejo
de las Horas, perdidas o ganadas.
Las dudas ponen mesas defendiendo
su mercado de luces y de sombras.
Las horas no se pierden, simplemente
cierran filas, recogen los depósitos
que la memoria agita y zarandea
hasta cuadrar sus plenos y oquedades.
Es lo lleno
libranza del vacío
y el vacío la taza de lo lleno
con la duda marcando los perfiles.
Si no pongo frontera al desacierto,
si almaceno más dudas que respuestas,
¿qué voy a hacer? Así mi vida
es mía.
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