Te siento agazapado en el viento salobre
escondido
entre la ropa tendida
y
las ramas podadas del almendro.
De
humedad me rodeas, del color de una danza
de
múltiples insectos.
Sin
banderas me aguardas tras los ojos
hambrientos
que patean las arenas.
Lejos
de ti la sangre no circula,
solamente
transita el sudor de las sombras,
las
invasivas olas de la nada.
No
obstante, me pregunto:
¿es
posible vivir lejos de ti?
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