He
hablado contigo
después
de muchos años.
Sentadas
en achaques
siguen
intactas
veredas
que fraguaron las palabras
cuando
la luz despunta.
¿Te
acuerdas?
Las palabras son puentes que se abren
para que pasen
los barcos y descarguen en los puertos
su carga
renovada de nubes grises.
Almacenan
recuerdos en fonemas
y
disuelven en sílabas y danzas
los
acentos amargos en las noches
de
grutas sudorosas.
No
puso diques
el
tiempo al devenir
del
agua.
Nos
quedamos sin martes, sin zumos de naranja
sin
cortos de café, sin ciego,
y
cada cual siguió
el
ritmo sin reloj de sus pisadas,
pero
quedó ternura en la penumbra,
el
susurro del aire que acaricia las copas de los árboles.
El
amor sobrevive a la devastación
inexorable,
para
algunos sagrada, de las horas.
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