Y la verdad
hacia mí se abalanza y me atropella
Jorge Guillén
Como
Descartes
deseé
desde niño una verdad
que
seguridad diera
en
mi vida. Busqué
por
los pupitres viejos, repintados,
carcomidos,
y quise
como
Heidegger
atravesar
la puerta de la casa
del
ser, aquella donde mora el hombre
y
vigilan poetas.
A la
historia pregunté
y a
la naturaleza y no queriendo
ser
boca para extraños
al
Dios del que me hablaban
y,
luego, me contaron que había muerto
tal
vez de enfermedad
depresión
del no ser
al
saberse excusado
para
el funcionamiento
del
mundo.
Yo
comprendo a D. Jorge cuando dice:
“Respiro
instante a instante…
Vivir
ya es algo”.
Pero
cuando me cuenta
que
hasta él la verdad se le abalanza
le
miro con los ojos sin bastón
del
hombre rojo
del rígido
semáforo
medroso
de cruzar al otro lado
cualquier
mañana triste de un despiadado invierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario