Los
años van cavando nuestros huecos
donde
enterramos los recuerdos
unas
veces desnudos, despojados
de
carne, solamente con figuras de un cine
en
blanco y negro,
distorsionados
siempre
como
viejas mentiras en un bar.
De
vez en cuando irrumpen en los sueños
como
antiguos filósofos para contarte historias
y
repensar los tiempos.
Fantasmas
de aire y sombra, cerraduras
abiertas
por el roce de unos ojos,
escobas
que los ruedos barren lejos
acechando
el regreso del ayer,
laminas
de cristal y cuadros del silencio.
No
son fotografías, sólo ruidos
que
quiebran el presente con sus ecos
de
antaño y abandonan en la lengua
los
naufragios que fueron
y
su coste de playas en caras conocidas.
Los
jueces también mandan exhumar
los
cuerpos para ver si es posible explorar
lo
que nunca ha existido.
Yo
no juzgo a las sombras.
Instante
a instante vivo.