En tus ojos las lágrimas
azules y pequeñas
y, sobre todo, dulces
como sueños de abuela,
eran un despropósito.
Te di un pañuelo
que recogió amable tu tristeza.
Yo me quedé en mi nada
donde la mente engarza
inútilmente
temores del futuro.
Hola Blas,soy Helena,me ha gustado mucho tu poesía,es muy bonita,muchas gracias,un beso muy grande.
ResponderEliminarEres un cielo, Helena. Gracias por tu comentario. Me hace feliz que te haya gustado tu poema. Lo hice con todo mi amor. Te quiero. Blas
ResponderEliminar