Te alzaste de la nada hasta mi vientre
creció contigo el día en mis entrañas
ceñidas por el peso ligero de tu carne.
Vació luego tu cuerpo el tiempo breve,
te desnudó la luz y te marchaste.
dejó en el hueco herido de tu nombre
la nieve del reloj de los naufragios
el paisaje liviano de tu aliento
la palabra no dicha, la huida nana
al lunes clandestino, el hondo llanto.
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