29 de abril de 2017

ALLÁ EN EL MONTE

Las laderas del monte son refugios
de calandrias. Las miras y parecen
sólo hierba salvaje, sólo árboles.

Y, sin embargo, tejen y destejen,
viajeras del instinto en su quietud,
paseos por parajes con figura.

En sus acantilados tiempo activo,
y en la sangre caricias de la noche
y el aire de la luz en el ramaje.

En los remansos íntimos se agolpan
los besos en los párpados, poemas 
del mar sobre tu cuerpo y las arenas.

Las laderas del monte son refugios.
Se reduce la piel de la ciudad
a viejos callejones sin salida.


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