Para Antonio Alabarce
maestro en surcos
No es casa de recreo el hospital
aunque en tiempos remotos sí lo fuera.
Batas blancas y verdes recorren las estancias
y largos corredores
retrasando la muerte.
Dolor que serán lágrimas,
dolor que busca vida y su destino
encuentra.
En tu rostro perdido y tu mirada ausente
sentí la oscuridad.
Ufana en otro tiempo de azada y de cerveza,
flotaba la memoria
sobre el surco, la mar, la luz y los sembrados.
Aparté de mis ojos tu figura
y me quedé impotente ocupado de sombras,
los pasillos en donde no entra el sol
eran cosa de médicos.
Cae sólo una vez la hoja del otoño.
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