A Filomena
Las
hojas han llenado las aceras
de
enero.
No
sé si guardarán con dolor la memoria
de
tu tranquilo andar.
Autobús,
compañeras de trabajo,
y
charla sosegada
que
repasa sucesos del ayer.
La
muerte
no
esperó el declive de tus años
y tú
serenamente te marchaste.
A
veces, cuando tiembla el corazón
se
alejan en bandada como mirlos
oscuros
las palabras.
Cuando
no hay qué decir
las
palabras maduran:
la
palabra es silencio.
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