La
calle está desnuda, solitaria.
Un
ajetreo solo de palomas
y de
urracas y un viento frío, de levante.
Dos
puntos de luz pura en las pupilas
encendidas
de un niño vacío de pasado.
Las
losas de la acera recogen el murmullo
de
mis pasos. Angustia sin futuro.
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