Me
complace cerrar
todas mis
cuentas:
dormir
con la conciencia
de
que amé cuanto pude
en
un día de tantos con las obras a medio,
que
me espera el calor que almacena la tierra
con
sus lenguas de hormiga,
que
las sombras me llevan
como
polen de olivo
sobre
el lomo curvado de esta noche sin luna.
Me
cautiva saber que la selva es el mar
que sube
a la colina entre las piedras
sembradas
del camino de pétalos de almendro,
que
las horas son nidos
donde
duermen los pájaros
y se
posa el rocío de mis sueños cumplidos,
que
el arroyo se lleva la tristeza
hacia
la luz que recoge en silencio
las
lágrimas que crecen como el musgo.
Necesito
vivir arrullando los ecos
que dejaste,
Amor,
cuando
cierro los ojos trémulos por el vértigo
de
un corazón que danza.
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