Me has hecho desgranar
las cálidas fragancias
de mi cuerpo al contacto con el tuyo.
Aromas de quebradas humedecen
las rocosas pendientes de mis muslos
y llenan de latidos mis manos desoladas.
Es difícil, a veces, resistir
dentro de un cuerpo
si la piel se cobija en el regazo
donde crece la vida y nace el agua.
Tú, prefieres perderme en la cresta
de los gallos que anuncian la alborada,
yo, me dejo regir
por el olor de hierbas que alimenta
la carne y se hace brisa.
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