5 de mayo de 2016

NADA VIENE EN LA LUZ QUE NO ME ASOMBRE

Nada viene en la luz que no me asombre.

En la luz llegan
los rostros y sus nombres,
los ecos del olvido y la presencia.

En la luz duermen todas mis herencias
que alientan lejanías y color
de atardecer de olivos en la sierra.

También el mar se duerme
misteriosamente
feliz bajo la turbia voz del viento.

Calma su hambre la luz con tantas cosas
que, pensativa y quieta,
no puede resignarse a la tristeza.


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