3 de mayo de 2016

COMO LA LUZ DE MAYO

Es duro descansar en un escalofrío.
Sólo basta un susurro muy lejano
de cáscaras de nuez
donde la ardilla duerme para sentir alivio.

Yo no sé vivir bajo el vientre frío
de una iguana. Preciso del contacto
de otra piel, de tu piel amiga, Carmen,
que es agua reposada en el instante.

Lleva razón García Montero cuando escribe:
“A veces una piel
pudiera ser la única razón del optimismo”.
No importa el nombre. Cálida,

una piel que labore como la luz de mayo
cuando nos cubre.


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