26 de abril de 2016

MIRABA EL DISCURRIR DE LA MAÑANA

Te escribo, Amor, para comentarte,
nuevamente, la maravilla
de los almendros sobre tu piel en flor.


Miraba el discurrir de la mañana.
Tropezaron mis ojos con almendros
nuevos en flor.
Su blanco virginal cálido despuntaba
sobre las pardas ramas.

Verde radiante
el magnolio se erguía protegiendo
su primera inocencia.
Jugaban los gorriones
picando las semillas de la acacia.
                                                                                 
Voló mi pensamiento
por el monte hacia ti.
Deseé emborracharme del vino que tú sabes
y sentir entre álamos del río
el roce de la aurora.

Se detuvo el Destino
y el Tiempo,
mientras la curvatura azul del cielo
sembraba el universo
de una lluvia de pétalos de rosas.

Consérvate bien.

2 comentarios:

  1. Preciosos versos Blas, como siempre, me vuelven a enamorar. Esperamos verle muy pronto en sus paseos matutinos con Nuba, pues le echamos de menos. Un beso muy grande. Olga.

    ResponderEliminar
  2. Una vez más gracias, Olga. Mis versos retozan de alegría. Nuba ya estará aquí la próxima semana. Un besazo hermoso como tu nueva casa. Blas.

    ResponderEliminar