Los
muertos ya me duelen. Al borde del fracaso
selvas
y ríos, hombres, animales y plantas,
o el
cielo que miramos y nos cubre.
¿Se
comerá a los buitres la carroña
en
la luz corrosiva
de
un sol contaminado?
Hay
tiempo todavía de marchar
al
lado de los árboles gozando
de
aquella soledad que compartimos.
El
virus de la bolsa
nada
sabe de lluvia ni de hambre.
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