Devienen
vulnerables las vivencias
con
el añejo ruido de las sombras
y el
incierto futuro de los años.
Los
sentidos repasan por la calle
las
pisadas en fuga y sin retorno
que
se vuelven opacas, sin destino.
Indagan
las pupilas lo imposible
en
la fría humedad para volver
a
cortejar la vida como entonces.
No
se ajusta la luz al canon de la piel.
El
tiempo va palpando oscuridad
en
el vaso quebrado de la carne.
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