Quizás en
este día
se deslice
un poema en la noche surgido
al calor de
las sábanas y el minuto imposible
de un sueño
inacabado.
Acudían
palomas al zureo
de tu
respiración.
No se poda
tu luz como el olivo.
¿Renunciará
el ciruelo a su flor nueva?
Por ello no
cedió mi mano en tu cadera
pretendiendo
tomar el pulso de tu vientre.
Sobre tu
piel tañía el canto de los mirlos
en las ramas
más altas del almendro.
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