Es sólo una
paloma. Me visita en la tarde
y mezcla sus
alarmas con las mías.
Contemplamos
el agua. Ella desde la antena
y yo desde
el sillón donde dormito.
Un millón de
poemas
en su zureo
fiel que gime sobre el valle
entre
cómplices verdes y aguacates.
Cuando
llegue el otoño volaré en añoranza
como un
crujido de hojas que germina del aire,
y plagiaré
los cantos de amiga en el tejado.
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