28 de octubre de 2014

ESTOY SOLO

Buenos días, Amor.
He tardado en contestar tu carta.
Te escribo ahora
para hacerte saber de mí,
de cómo te deseo,
y la ausencia que me embarga...

Estoy solo,
asomado al ajimez de esta larga madrugada.
Mi piel seca, como arena del desierto
lejos de ti, espera el grito que me llama.
Te busco en esta noche triste, ausente,
mientras las lágrimas escriben
en mi rostro un libro,
que yo quisiera de amor interminable.
Quisiera acercarme a ti, que duermes,
y dejar, a escondidas, sobre tu ser desnudo
mi semilla de albada y de ternura;
que te despiertes como el campo
cubierta entera por la escarcha.
Recorrería con besos las lindes de tu cuerpo
y uniría de nuevo el cielo con la tierra,
la noche con el día; la uva y el mosto;
el espíritu, la carne, el fruto y la semilla;
restituiría por ser contigo
la unidad original del mundo,
que algún dios, alarife pecador, quebrara.
Duermes, sin que pueda tomar
en mi mano vacía
de la acequia desbordante de tu vientre
un dedal siquiera,
una leve medida de tu agua.


Consérvate bien.

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