30 de septiembre de 2014

LAS VOCES DEL DESASTRE

Aturdimiento y sol
en el seno apretado de este otoño,
mientras lava sus pies a la orilla del agua.

Yo me niego a escuchar las voces del desastre.
Selecciono otros léxicos
que no aceleran
ni retrasan los ritmos de la muerte.

Que desgranan la luz que permanece
intacta
en la espesura virgen
de las danzas de bosque.

Mi oído se hace el sordo a la tronada.
El exiguo susurro de mi voz
no quiebra en la arboleda
el brillo del relámpago.

Pero planta semillas
por si renacen los que amaron
y llenan de calor y lucidez
las máquinas del llanto.

Yo no mastico sombras de murciélago.
La paz despertará con música de Mozart
a las pardas encinas del barranco.


25 de septiembre de 2014

LA VIDA SIGUE

Un día más
desayunamos juntos,
la vida sigue.

Hojas de otoño
y murmullos del viento
llenan la calle.

Llena de niños
libros sobre la espalda,
la acera sueña.

Madrugadores
me llegan las sonrisas,
los buenos días.

La luz me nutre
como la savia al árbol,
la vida sigue.



23 de septiembre de 2014

A ROJO EL CIELO DE SEPTIEMBRE HUELE

A rojo el cielo de septiembre huele,
su tesoro oculto la cepa enseña,
de almendra y vivo oro el campo sueña,
mi padre en el ayer dentro me duele.

Un trote de caballo. Como suele,
carga el campesino la seca leña,
prepara el otoño lumbre hogareña,
molino del tiempo verano muele.

Húmedas, verdes tierras amarillas,
son de lluvia y viento las inclemencias,
se acercan los ocres, las hojas muertas.

Te fuiste, padre, echadas las semillas
de la carne; vencidas resistencias,
trece de noviembre, las losas yertas.


19 de septiembre de 2014

SE ASFIXIA EL MAR SOBRE LA ARENA

La pasión es un mar
que surge entre dos cuerpos.

Si ese mar muere
la piel se seca,
muda ceniza,
huyen los dioses del instante,
son ruido los silencios
del mundo,
y se quiebra el color
que hizo a los nombres.

Se asfixia el mar sobre la arena
que fue sal en tu boca.


15 de septiembre de 2014

EL CALOR EXCITABA LAS VEREDAS

El calor excitaba las veredas
y el cercano pasar de tus desnudos
con aromas de olivo y de la encina.

Perspectivas de luz que me reducen
a un discurso del tiempo detenido,
a palabra quebrada en la pupila.

Pudo haberse evitado la ceniza,
pero el eco perdido de una radio
se apoyó sobre notas de otra música.

Entradas al asombro no hacen lluvia,
sin embargo, el desierto es un refugio
cuando la luz se lleva en la retina.