Encantado de veros, yo miro vuestros
ojos
con sabores de otoño sobre mi piel
madura
porque el amor se quedó prendido en las
heridas
de luz subterránea y emocionado alienta.
No hubo dolor ni muerte, solamente la
vida
siguió sin compromisos su curso de
caníbal,
trazó veloz sus círculos. Ternura del
ayer
que alimenta el presente y recuerdos
desnuda.
Hay mucha especia vuestra en mi vieja
cocina,
humano condimento que por mis venas
fluye,
camino con vosotros, converso en la
escritura
y reciclo las horas en mesa fugitiva.
No conozco el futuro, ni sé qué nos
aguarda.
Pero valió la pena aquella levadura
hecha en la ausencia amor y vino
derramado,
ayer hoy compartido que nuestras copas
llena.
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