Me
asomo a las riberas del pasado,
de
un lejano pretérito en la sangre escondido
que
todavía huele a juventud y libro
bajo
el porche de cuatro columnas blanqueadas.
Allí
vivías tú como parte de un mundo
que
había de pasar dejándome belleza.
Mi
tierra es un continuo en tiempo que no acaba
porque
aún no ha perdido el reloj sus agujas.
Hoy
no me puedes dar la risa de tus ojos
que
acaricia la lluvia y la luz del estío.
Un
uniforme nuevo, un traje desigual
cubrirán
tus andanzas por el bosque.
El
claroscuro es segmento de la vida,
mas
tú como los pájaros y el agua en la alameda
te
sientes bien contigo mientras doran tu mar
las
vidas que creaste y el color de tu umbría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario