Entre varios cafés y un poco de ternura
una
conversación de tonos sosegados.
No
pide más el cuerpo.
Apaciguan
los años y la mar
el
ruido de la lluvia en los cristales,
el
gris que satisface la sed de los olivos,
el
susurro del nombre sugerido
que
va del corazón a la memoria
en
un paseo interior de soledades.
No
necesita héroes esta paz,
tampoco
guerras,
sólo
la madurez del hombre que respira
con
alivio y contempla
cómo
fluyen sin ira las palabras.
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