18 de abril de 2014

LA LLUVIA A VECES VISTE DE AMARILLO



No sé cómo llegué
a aparcar en este viejo mundo,
viejo, muy viejo mundo,
si fue el destino o cualquier otra cosa.
Lo cierto es que aquí estoy ahora,
llueve y la humedad cala hasta mis huesos.

Se doblegan las copas de los álamos
bajo la nueva danza de los faros
que dan luz al instante.
Amaré los silencios de la luz
y los escalofríos de cada primavera.
Es todo lo que tengo.

Melancolía de este viejo mundo
que ha perdido hace tiempo su lugar de trabajo.
La lluvia a veces viste de amarillo.

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