Abrimos nuevo enero
y
dejamos volar todos los sueños.
Los
naranjos del monte se acuestan en la luz
que
trabaja la tarde en sus talleres.
Yo juego con las rosas y las piedras.
El
te es hierbabuena en los almendros
que
dormitan. Esperan primaveras
apoyando
sus ramas en el muro.
Los
obreros recogen en la espuerta
zureo
de palomas y de hierros.
No
precisan los pájaros los hilos de la ardilla.
La
noche recupera su semitransparencia
de leños
encendidos.
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