21 de enero de 2014

EL CUENTACUENTOS

Hay gentes que... no se tocan
ni se sienten a sí mismos,
ni sienten el toque íntimo
de su sustancia
con las sustancia de las cosas.
Miguel de Unamuno


Parecían pequeñas, grises cosas.
Me tocaban ligeras,
a media luz.
Del mismo modo aparcan las retinas
de los enamorados
en los tradicionales asientos del deseo.

Nos congregó el azar.
Llegaste imaginando otro mundo
con las fuerzas precisas
para sentir la cara de la luna
en mi ventana abierta
al compás de los días desiguales.

Las ramas de la vieja verde acacia,
los pájaros azules
decían, entre tanto, sus poemas.
Vagabas por mi piel
igual que se derraman
por los versos los ritmos, los acentos.

El azar te buscó y románticas flores
llenaron nuestras copas de vino y de sonrisas.

Me limité a ser el cuentacuentos,
que, andando quedamente
por las dulces laderas de tu cuerpo,
dio nombre a los espacios
y recogió en íntimo contacto
cuanto a su alrededor en susurros crecía

para hallarse a sí mismo.

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