5 de octubre de 2013

EL CALLEJÓN DEL BESO


Seguía abierto el callejón
del Beso.

No lograron cerrarlo
las nubes, el agua, las hojas
caídas, los vientos del norte,
la sequía, la lluvia,
el olor a tierra, los surcos,
las rejas, la noche o el tiempo.

Solitaria, empedrada,
casi horizontal, en tu rostro
ponía olor
de geranio y de tarde albaycinera.

Para llegar allí
habíamos dejado atrás
la Placeta del Mentidero,
Paseo de los Tristes, Calle Convalecencia
y la Calle del Aire.

En la esquina que tiene forma
de un cuatro una vez más
consumó su destino.
Nos observaron complacidos
la torre del santo Gregorio
y los altos cipreses.

Retirados sonaban rasgueos de guitarra
y cerca,
muy cerca, las voces amigas
que salían del número catorce.

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