Una
infancia se esconde tras mi vida.
Una
madre, tres hermanos, trigales,
sierra,
olivos y amapolas. Costales
en
la espalda del padre dolorida.
Un
carro, de candil luz encendida,
cuatro
mulas, susurro de juncales.
En
mi hoy, del ayer arden retales
y un
indeleble aullar de loba herida.
Gira
la noria y llena mis sedientos
surcos.
Trigo apretado en la gavilla.
Bandada
de caminos polvorientos.
Azadas,
duros dientes de la trilla
cuentan
mis años que se van hambrientos.
Doloroso
final de la semilla.
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