Todos
necesitamos tener una ilusión.
Recorre
carreteras la ambulancia
recogiendo
silencios enfermizos,
los
ojos como lágrimas hundidas en banderas,
dañados
almanaques, historias mal contadas
y
residuos de oscuras transacciones.
Las
faros apagados no dejan ver el bosque
donde
los zorros crecen como árboles
y en
manada las sombras persiguen a sus víctimas.
La
ilusión es rehén despavorido y huye
hacia
el instante.
Duermes
entre las matas
como
larva del tiempo
y
aligeras tu carga de errores y acertijos.
Momentos
somos, voces
que
duran un segundo tras la esquina
que
encubre al otro instante
único,
inexorable que todo lo disuelve.
Recibiré
contento el brillo de un cometa,
tu
voz que me saluda. Necesito
el
frío que estremece la luz en el espejo,
un
día, una ilusión
y el
ladrido amistoso de los perros.
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