Como hoja de eucalipto, Amor,
invades mi conciencia.
No te hace falta el viento,
basta la frialdad de los balcones.
El bosque está vacío y los caminos
se llenan de la flor gris de lo efímero.
Todo se desvanece en derredor,
y yo igualmente sangro.
Como un niño robado
escudriño en las vísceras del fuego
por si desnuda encuentro
al alba parturienta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario