Nací un nueve de enero.
¿Los olivos?
borrachos.
Guadalquivir.
Córdoba. ¡Guerra!
Los caminos del hombre destrozados.
Todavía conservan mis labios y mi boca
el sabor de los pechos de mi madre,
mi piel
el calor de su vientre
que otros muchos fríos e insensibles eneros
no lograron borrar.
Muchas felicidades. Me encanta el poema. Paulus
ResponderEliminarGracias, Pablo. Eres más que un cielo; por lo menos ochocientos cielos. Un abrazo. Blasius.
ResponderEliminar