18 de diciembre de 2012

NO LLEVO MADRUGADA EN MIS ZAPATOS


Mi tiempo fue pasando
sin que el reloj pudiera sortear
el temblor de su aguja,
así como los polvos que en mi carne
niñez y juventud abandonaron:
la herencia del olivo y de la encina.

No hay conversación.
Vacía mi despensa,
me pides abundancia.
No llevo madrugada en mis zapatos.

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