6 de diciembre de 2012

LAS VIVIENDAS VACÍAS Y LAS PALABRAS MUERTAS


Los días no pararon
por el temblor de unas gotas de lluvia,
ni de nuestro almanaque se borraron
los números al ver pasar la vida
por sus recuadros grises.
La sierra, como cada amanecer,
con la respiración entrecortada
entraba sin escándalo
por las grandes ventanas del salón.
Las calles amarillas, solitarias
dejaron su almohada al tráfico
de las sombras dormidas.
Tras un rayo de luz
las nubes
daban los buenos días a este seis de diciembre.

Cené ayer con el dueño del otoño.

No tengas miedo –dijo-,
vigila los inviernos y la noche,
las viviendas vacías y las palabras muertas. 

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