Me deshabita el fuego
y percibo los fríos de tu piel
como un invierno anticipado.
Reconozco el derecho de cualquiera
a los inviernos sin atardeceres,
a las nubes reunidas
sobre la negra piel de los escarabajos.
No dejo de pensar y de sentirte
volando en mi interior
junto a las alas negras de los mirlos.
En este tiempo de desahucios,
de crisis y zapatos en busca de trabajo
sólo queda el descanso en el escalofrío.