Repasabas antiguas fotos sola
tachando con cuidado
los efectos del tiempo.
El rostro del abuelo
sufrió salpicaduras
en la caja amarilla
que guarda tus recuerdos,
la
plaza de la iglesia y la alameda.
Las canciones en casa de la abuela
dejaron su sabor:
“jamón recién cortado”.
Aquella tarde fue un viejo disfraz
sacado del baúl.
Permanecen en dermis de papel
crepúsculos del puente,
las calles empinadas, los balcones,
las paredes de adobe
y la frondosa higuera.
Persigues tus vivencias. Las estampas
presentan tu andadura.
Aún hueles a río, torre y rambla.
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