8 de mayo de 2012

CUENTO DEL GORRIÓN Y LAS LIBÉLULAS


Te visitó un gorrión pequeño y pardo
sin llamar a la puerta.
Entró por no sé donde,
le sorprendió el paisaje
y se subió al respaldo de una silla
de la sala de estar
como si fuera un árbol.
Marcaba tu reloj el desayuno.

Le pusiste unas migas de tu pan
que él picoteó apacible y tranquilo.
Vagabundeó luego entre sillones
sin equipaje,
sin vergüenza dejó sus excrementos
y se marchó más tarde al bosque
por la ventana abierta.

No quiso preocuparte,
algo o alguien llamaba en la distancia,
su vida de gorrión estaba fuera.
Tal vez le recordaron sus rutinas.
Morir no es el problema,
sino saber vivir y respirar
dejando un rastro, sólo un rastro
como nube de un tiempo sin historia.

Siempre sucede así, sin hacer ruido
cada cual en su medio
sin dar explicaciones.
Convivo con mi tiempo
pero yo me pregunto
si alguna vez no estuve en el vientre de un pájaro.
De inicio las libélulas
viven su vida como ninfas de agua.

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