El tiempo pasa lento entre las
plantas
que silenciosamente
maduran con la luz y la humedad
del aire.
El olor de azahar envuelve a los
naranjos
que en este mes de abril
esperan la visita de la lluvia.
El ciruelo a su lado ha
florecido:
la música retoza por sus ramas
con chispas que desprenden las
estrellas.
El granado se calla sus tristezas
de ayer
cuando el viento quebró los
brazos de la yuca.
A todos nos abraza
el mar que esconde el vuelo de
los pájaros
por si muere su azul en el
crepúsculo.
Yo no sé qué pensar sobre mi
vida.
Envejece mi piel, casi hojarasca,
que sigue deseando el tacto de la
tuya.
También el tiempo pasa quedamente
por tus manos maduras.
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