Ya no hay quien medite la noche
con las ventanas abiertas.
Antonio Machado
Te convoqué a mi sueño
y llegaste al compás
de tristes soleares.
Por la retina abierta
entraban las amargas
notas. Entre mis lágrimas,
cuerdas de una guitarra
que sólo el Amor tañe,
la luna negra, negra
como enlutada Muerte.
En su vientre curvado
llevaba la guadaña
y el aire solitario
que a la pena da forma
y la fatiga hilvana.